Se trata de un boceto de una pintura costumbrista con un fuerte componente intimista. En ella se representa un interior que reproduce el interior de una vivienda familiar en la que tres generaciones se reúnen. El fuego, en el centro de la estancia se convierte en el elemento central de la composición en torno al cual los miembros de la familia se distribuyen, funcionando como elemento articulador de una composición marcada por dos diagonales, que aportan sensación de quietud en la escena.
El primer plano en sombra le sirve para potenciar el espacio, en el que ubica al grueso de los personajes alrededor de la lumbre. La luminosidad del fuego crea gamas de colores cálidos que resaltan los contornos de las figuras. Asimismo, introduce otros dos focos lumínicos en sendas ventanas, que bañan la estancia de una luz fría e invernal, que contrasta con la primera, invitando a retener la mirada en la escena familiar. El artista nos introduce en la escena gracias a dos personajes, que miran fijamente al espectador, algo que contrasta con el resto, que aparecen representados ensimismados en sus tareas.