Desde el balcón aúna dos de las temáticas más recurrentes de Lugrís: el vidrio y el mar.
Desde el balcón aúna dos de las temáticas más recurrentes de Lugrís: el vidrio y el mar.
Desde el balcón aúna dos de las temáticas más recurrentes de Lugrís: el vidrio y el mar. En primer término, presenta un vaso que contiene una rosa y una botella de vidrio con un barco velero en su interior. Ambos son fruto de ensueños, ya que son realizados de una manera idealizada e irreal. A continuación, una mujer ataviada con un pomposo vestido rosa sostiene en su mano derecha un catalejo (otra vez el vidrio) para observar el horizonte. A su derecha, se alza un pueblo marinero, dibujado de forma muy lineal, y a su vera, se asoma el mar, donde un velero navega sus aguas. Una cortina de color rojo es la encargada de separar el espacio interior del exterior, ofreciéndonos una visión escenográfica que resalta la artificialidad de la escena, fluctuante entre lo teatral y lo onírico. La paleta de colores es muy extensa, pero se concentra en los tonos de su gusto: los azules, en una amplia gama, y las tonalidades rosáceas.
Desde el balcón es una obra rica en referencias a la historia del arte. En ella se trasluce la admiración de Lugrís por los pintores metafísicos y, especialmente, por el artista italiano Giorgio de Chirico, patente en la representación de las arquitecturas, geometrizadas y dotadas de un halo de misterio, además de cierto carácter clásico. Así mismo, la distorsión de la perspectiva en los elementos del primer término recuerda las naturalezas muertas de Cézanne, también presente en la geometrización de las formas. La oscuridad tormentosa del cielo remite a los paisajes románticos, mientras que la presencia de los escenarios teatrales es propia de la pintura de Granell.