En este óleo, son Vigo, su puerto y su ría los que pasan por el filtro de la pintura de Lugrís.
En este óleo, son Vigo, su puerto y su ría los que pasan por el filtro de la pintura de Lugrís.
En este óleo, son Vigo, su puerto y su ría los que pasan por el filtro de la pintura de Lugrís. En él reproduce una alegoría marinera presidida por dos grandes veleros que flotan en la ría, bajo el motivo heráldico de la ciudad, de nuevo presidido por una nave de vela. El monte del Castro es el emblema de la ciudad, que apenas es representada, centrando su atención en la imagen del mar y los veleros, que concentran el detallismo y el trazado fino de las líneas del dibujo. La composición, tendente a la horizontalidad, se interrumpe únicamente por la presencia del escudo, que señala el eje vertical de la obra, cuya presencia se equilibra con los mástiles de los veleros. Tanto la aplicación del color como el dibujo son muy minuciosos. La presencia de la heráldica y la desaparición del caserío de la ciudad de Vigo crean una imagen que evoca un pasado de leyenda.