Galicia

En esta obra descubrimos el espacio físico de Galicia a través de un paisaje de ruinas y pinos que enmarca teatralmente la representación cartográfica.

  • Urbano Lugrís
  • 1953
  • Pintura
  • Óleo sobre tabla
  • 419
  • 269 x 179 cada unidad (díptico)
  • Colección de Arte ABANCA

Continuando la tradición de las cartografías utópicas de la Edad Media, el artista mezcla aspectos de lo real y de la leyenda literaria para realizar una interpretación simbólica del territorio, donde cada emplazamiento se localiza mediante un emblema significativo. Recurre a metáforas gastronómicas, paisajes específicos o al patrimonio artístico. Así, A Coruña aparece señalada con la Torre de Hércules; Lugo, con la muralla romana; Pontevedra, a través de la imagen de la Virgen Peregrina; Ourense, con sus termas, etcétera.

Estructura la pintura como una esvástica con sus cuatro provincias, diferenciadas por diversos colores, en rotación.  «Galicia: emblema solar de energías centrífugas».  Su trayectoria pictórica incluye otros dos mapas con características similares: Mapa de Galicia (1959), que pertenece al Museo Quiñones de León (Vigo), y un tercero (tríptico) con la representación en los laterales de la Virgen del Carmen y San Telmo.

Entre los múltiples motivos, representa un bodegón marino con galeones, islas fantasmas, monstruos marinos, la rosa de los vientos, anclas, catalejos, vieiras, gaviotas, peces y otros elementos propios del mundo marino soñado por Lugrís. Para la representación, adopta volúmenes plásticos deudores del cubismo que tienden a la geometría ─las montañas son representadas como pirámides─.

El proceso de realización de la pintura es muy meticuloso; realiza un dibujo previo a lápiz que después va rellenando de color, con una pincelada muy pequeña y minuciosa, casi imperceptible. El cromatismo es vivo, con colores de ensueño que entroncan con el mundo de leyendas galaico. Utiliza el verde, azul, rojo, rosa y amarillo brillantes, rechazando la gradación tonal, la cual es sustituida por fuertes contrastes cromáticos para dar volumen. La ausencia de matices en el color crea una pintura que tiende a la bidimensionalidad y remite a los decorados teatrales. La inclusión de los árboles en un primer plano y la sucesión de objetos a diferentes alturas consiguen cierta perspectiva, pero sin diluir la sensación de representación simbólica de su tierra.