Este cuadro, pertenece a una serie sobre Alicia en el País de las Maravillas, y consiste en grafías, palabras y textos, sacados del libro de Lewis Carroll que aparecen bajo un tejido reticular, una estructura geométrica que define el espacio de la ilusión. Almudena Fernández representa en estas pinturas un mundo onírico de fantasía, de cuento, representado mediante la escritura, que enlaza con las diferentes líneas, horizontales y verticales, trazando un entramado que hace que esta escritura sea ilegible para el espectador, y convirtiéndose en un lenguaje abstracto donde las letras se convierten en elementos estructurales. Asimismo, estas formas caligráficas que han perdido su identidad original nos remiten a otras caligrafías crípticas que, como apuntó Lens "se alojan en las tramas de los jerseys, las redes o los patrones de encaje", haciéndonos partícipes "de una huida de lo pictórico, emparejado a la recuperación de conceptos plásticos, de la simplificación de las tramas, que se identifica con lo arquitectónico(...)".
"El protagonista -el propio espectador- permanece ausente de la obra, como Alicia en el mundo de Almudena, (...) integrada en la proyección de una fantasía (...) Son viñetas distorsionadas que rescatan fragmentos de lo que Lewis Carroll imaginó en la piel de Alicia cuando atravesó el espejo y se encontró al otro lado".