«-O loro: —Señores diputados, señores diputados…»
«-O loro: —Señores diputados, señores diputados…»
Don Perfecto Feijoo tenía una botica en la calle Michelena de Pontevedra, donde se hacían tertulias. Según la documentación que se conserva al respecto de este tema, un elemento muy importante de estas tertulias era el loro "Ravachol", propiedad del dueño de la botica, al que se le atribuyen hechos y comentarios de gran ingenio, y que, gracias a la fantasía popular, se convirtió en un personaje con una fuerte y atractiva personalidad. Castelao, con gran seguridad conoció al loro Ravachol, ya que, recién llegado a Pontevedra, en 1916, bailó en los coros folclóricos de Don Perfecto Feijoo, el dueño de la botica. Este hecho le pudo dar la idea para esta ilustración, en la que un loro repite lo que oye: "señores diputados, señores diputados...", haciendo una parodia del Congreso, en donde repiten, "como loros", la misma frase. En el trazado del dibujo emplea múltiples trazos cortos e inclinados, buscando una mayor complejidad, dentro del sincretismo de luces y sombras. El loro tiene un tratamiento completamente distinto, ya que está realizado con más detallismo que el resto de las figuras.