El políptico integrado por el título Retablo marino trata de dar seis aspectos complementarios del mar desde un punto de vista visionario, romántico y literario. Las tres imágenes de mayor formato se centran en visiones panorámicas del mar, dos desde la superficie y otra submarina. En la primera se aborda la relación entre el mar y el hombre con el componente épico de una aparición alegórica en la que el mito se transforma en clave marina a través de dos metamorfosis mitológicas, la sirena y el centauro; esta última metamorfoseada a su vez por el pintor al transformar los cuartos traseros del equino en cola de pez. Discursos como este han configurado por parte de algunos críticos la tendencia surrealista del pintor, quien aunque utilizando muchos de los recursos de dicho movimiento no participa de él ni ideológicamente ni plásticamente. La segunda escena es la visión lejana de una población peninsular a través del encuadre desde el interior de un campanario, combinando en una sola imagen la naturaleza muerta y la romántica marina. La tercera es la recreación fantástica del tema de la catedral sumergida que ha sido evocado desde la literatura y la música indistintamente. Las pequeñas escenas inferiores son detalles subacuáticos que inciden sobre la vida marina, el naufragio y el resto arqueológico sumergido. Escenas que narran historias, leyendas y tradiciones vinculadas con Galicia acomodándose a su modo particular de hacer pintura, enfáticamente literaria. Si la obra destinada a la ilustración literaria realizada por Lugrís se hacía indisociable con el texto, mayormente con los poemas. La obra al óleo del pintor coruñés puede considerarse poemas en sí mismos, poemas visuales en los que la palabra es innecesaria.
La minuciosa factura, el valor concedido a la línea, la nitidez del color, la marcada vinculación con la ilustración editorial, así como el carácter escenográfico y narrativo del conjunto sitúan a Urbano Lugrís en la estela de los ilustradores ingleses de los siglos XIX y XX. Pero también se puede poner en relación con excelentes ilustradores gallegos que le antecedieron como Máximo Ramos, Camilo Díaz Baliño, Manuel Bujados, Federico Rivas, etc., o con otros artistas contemporáneos como su entrañable amigo Mario Fernández Granell.
Antonio Garrido Moreno