Nació en el seno de una familia burguesa, y empezó, sin mucha vocación, sus estudios de comercio, compaginándolos con la asistencia a la Escuela de Artes y Oficios, donde tuvo como maestro a Ramón Navarro.
Se trasladó a Madrid en 1892. En esa ciudad siguió estudiando la carrera de comercio, pero se matriculó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde fue alumno de Carlos de Haes. Mientras estudiaba, visitó asiduamente el Museo del Prado, donde copiaba a Velázquez, Murillo y Rubens. En 1893 decidió entrar a formar parte del estudio de Sorolla, artista que le influyó notablemente.
Obtiene el Premio de Roma después de un proceso largo y polémico. En 1901 se traslada a Italia. En Roma entra en contacto con otros pensionados como Sotomayor, Chicharro, Benedito, Gili i Roig, Piñole y Bacarisas, con quienes trabó una profunda amistad. Desde Roma realizó varios viajes: en 1903 visitó Bolonia, Milán y Venecia; de allí se trasladó a París, y, finalmente, a la ciudad de Brujas, que dibujó en diversas ocasiones. A su vuelta a Roma trajo consigo una crisis que incluso le hizo plantearse seguir pintando. Superadas estas dudas, viajó a Capri antes de instalarse en A Coruña en el año 1908, ciudad en la que asistió con asiduidad a las tertulias que se realizaban en sus cafés.
Decidió preparar la cátedra de dibujo artístico y caligrafía de las Escuelas de Comercio, y en 1913 consiguió la de Barcelona, donde residió durante un año antes de establecerse en Madrid. En 1916 fue elegido Presidente de la Sección de Pintura del Círculo de Bellas Artes, y dos años después se casó con Eva Rodríguez, con la que tuvo dos hijas, Eva y Rosario. Al poco de nacer la segunda, su mujer falleció, por lo que Lloréns se volcó en el cuidado de sus pequeñas.
Durante la guerra civil española temió por su vida, la de sus hijas y por sus cuadros, acumulados en su estudio madrileño, que abandonó al trasladarse a Valencia, donde siguió impartiendo clases. Durante su estancia en la capital refleja las penurias del conflicto. Regresó a Madrid, y en 1943 fue nombrado académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que culminaba una trayectoria plagada de premios y reconocimientos. Murió en 1948 debido a una larga enfermedad que se había manifestado ocho años antes. Aunque alternó su vida entre Madrid y Galicia, a la que regresaba cada verano, esta fue el eje temático fundamental en toda su obra. Lugares cercanos a A Coruña, sus playas, los rincones de la ría del Burgo o la comarca de «As Mariñas» se recrean en su pintura con una gran riqueza de matices cromáticos. Azules, verdes, amarillos luminosos, grises y ocres no solo componen su paleta, sino también la espina dorsal de los estudios cromáticos y lumínicos de sus paisajes, en los que la herencia de la pintura mediterránea dejó también su sello indeleble.